domingo, 12 de junio de 2016

RECORRER EL CAMINO HACIA LA MADUREZ


Los  años van fluyendo y dejándonos recuerdos.Recuerdos dolorosos porque así lo fueron las circunstancias que los engendraron y recuerdos bellos y entrañables.Todos ello se van entretejiendo en un enorme tapiz de experiencias, gracias al cual vamos descubriendo el sentido de nuestra vida.

Todos recorremos un proceso biográfico que debería llevarnos hacía la madurez, pero no siempre cumplir años  implica madurar, evolucionar.
Cualquier persona que desee experimentar una evolución sana en su proceso biográfico hacía la madurez debería ir recorriendo una serie de etapas  de cambio y desarrollando algunas cualidades que son fundamentales en dicho proceso.

Cada etapa de la vida es diferente Tras unos primeros años de juegos e inocencia, siguen años centrados en el estudio y la euforia juvenil, luego años en que prima el esfuerzo del trabajo , la responsabilidad   de  la familia. Hay años centrados en el sentir y años centrados en el pensar, años  para  hacer preguntas  y  años para  obtener respuestas. En  todo  este  proceso  hemos necesitado aprender para luego desaprender,  adquirir creencias para luego desprendernos de ellas y poder ser más libres. Hemos necesitado conocernos, aceptarnos y amarnos tal y como somos, para luego darnos cuenta que si queremos seguir evolucionando tenemos que renunciar a nuestro ego, a nuestro yo superficial para que aflore nuestra esencia , nuestro verdadero ser, aquel que es el nùcleo de nuestra existencia.

Es preciso reconciliarnos con todas las etapas de nuestra vida y desde la distancia quitarles las etiquetas.Etapas que en su día nos parecieron "malas", despúes comprendemos que fueron necesarias para nuestro progreso. En ellas se engendró la fuerza y la sabiduría que nos empujó hacía etapas siguientes, que nos conectaron con nuevos estímulos de cambio, autocrecimiento y transformación.

Una personalidad madura es aquella en la que se ha llevado a cabo un desarrollo completo de sus capacidades y de sus atributos.

La madurez se caracteriza por la armonía de todos los elementos de la personalidad de un individuo, que le llevará a la adaptación a sí mismo y a los demás, a la  integración de la razón y la afectividad  en nuestra personalidad, al sentido de responsabilidad y a la capacidad de autocontrol. Se trata de condiciones psicológicas altamente positivas, que llevan al equilibrio y a la posibilidad de enfrentarse serenamente a cualquier situación nueva en la vida .

Pasamos a citar algunas cualidades cuyo desarrollo nos harán avanzar en nuestro desarrollo:
  1. La gratitud. El agradecimiento lo cambia todo y sobre todo nos cambia a nosotros. Es una de las fuerzas mas poderosas del Universo. A medida que mostremos apreciación por el bien que existe en nuestras vidas y se lo agradezcamos  a la vida y a las personas que  nos  rodean ,  nuestro  corazón  se  irá  abriendo y  nos  sentiremos más serenos y felices.
  2. El perdón. Para vivir con bienestar emocional debemos aligerar nuestro equipaje de rencores, sentimientos y temas pendientes que nos pesan mucho y no nos permiten avanzar. Con el perdón morimos al pasado y renacemos abiertos a lo nuevo. El que es incapaz de perdonar, es incapaz de amar
  3. El amor al prójimo. Es un largo camino que parte del egoísmo para llegar al altruismo.Es una sensibilidad hacía las necesidades ajenas que cuando se manifiesta expande el alma.
  4. El desapego. Es un valor que está en el centro, equidistante entre la posesión y la indiferencia.Desapegarse no significa no tener , significa no depender de lo que se tiene.Se refiere no solo a cosas materiales, sino a valores anímicos ( roles, prestigio, poder)
  5. La unicidad.Es un proceso que se instala sutilmente a partir de la cuarta década de vida y que podría explicarse como esa sensación que uno siente de sentirse parte del Universo y como consecuencia de ello , la persona toma conciencia de la causalidad que obra en nuestra existencia. cuando este estado de unicidad ocupa el centro del alma se percibe una agradable sensación de paz y un germinar de serenos sentimientos de amor y fraternidad universal.
La vida es como un peregrinaje con diferentes escalas y el ser humano un peregrino que va recorriendo un largo camino hasta llegar a la meta anhelada, penetrar en ese templo sagrado que es su propio corazón 

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